martes, 21 de junio de 2011

Análisis del poema LXI de Trilce utilizando las categorías retóricas de Arduini

Por José del Águila

TRILCE
(César Vallejo)


LXI

Esta noche desciendo del caballo,
ante la puerta de la casa, donde
me despedí con el cantar del gallo.
Está cerrada y nadie responde.

El poyo en que mamá alumbró
al hermano mayor, para que ensille
lomos que había yo montado en pelo,
por rúas y por cercas, niño aldeano;
el poyo en que dejé que se amarille al sol
mi adolorida infancia... ¿Y este duelo
que enmarca la portada?

Dios en la paz foránea,
estornuda, cual llamando también, el bruto;
husmea, golpeando el empedrado. Luego duda,
relincha,
orejea a viva oreja.

Ha de velar papá rezando, y quizás
pensará se me hizo tarde.
Las hermanas, canturreando sus ilusiones
sencillas, bullosas,
en la labor para la fiesta que se acerca,
y ya no falta casi nada.
Espero, espero, el corazón
un huevo en su momento, que se obstruye.

Numerosa familia que dejamos
no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera
puso en el ara para que volviéramos.

Llamo de nuevo, y nada.
Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal
relincha, relincha más todavía.

Todos están durmiendo para siempre,
y tan de lo más bien, que por fin
mi caballo acaba fatigado por cabecear
a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice
que está bien, que todo está muy bien.


Analizar el poema utilizando las categorías retóricas de Arduini

            El poema está compuesto por 35 versos divididos en siete estrofas. La primera estrofa se caracteriza por tener una rima consonante A, B, A, B. compuesto por versos endecasílabos. Las demás estrofas están compuestas por versos libres.

I.                     Segmentación

                     En el poema encontramos cuatro segmentos. El primero comprende desde el verso 1 hasta el verso 11 al cual llamaremos “El yo lírico regresa al hogar familiar”, donde se describe el regreso del sujeto lírico al hogar luego de una larga ausencia. El segundo segmento desde el verso 12 hasta el 16 al cual llamaremos “El yo lírico humaniza la figura del caballo”, donde se realza la figura del corcel como un compañero del sujeto lírico logrando darle característica ontológicas como cuando duda. El tercer segmento comprende desde el verso 17 al 27 al cual denominaremos “Evocación nostálgica del yo lírico sobre el recuerdo familiar” donde el yo poético describe el recuerdo que tiene de su familia y la decepción que le genera la indiferencia familiar ante su presencia; y el cuarto segmento desde el verso 28 hasta el 35 que denominaremos “Resignación del yo lírico ante la ausencia de su familia en el hogar””, donde el sujeto poético se ve resignado al olvido por parte de su familia y el único consuelo que encuentra es el onírico diálogo que tiene con el caballo a quien eleva a una categoría humana.
                              
II.                   Campo figurativo

                     En el primer segmento encontramos el campo figurativo de la elipsis cuando se suprime el pronombre personal yo: /esta noche desciendo del caballo/, a fin de darle mayor fluidez al ritmo del primer verso. Asimismo, dentro de las figuras de repetición tenemos el asíndeton, donde se eliminan los nexos sintéticos como las conjunciones, en el presente caso la “y”, en: /esta noche desciendo del caballo, ante la puerta de la casa, donde me despedí con el cantar del gallo/, con el fin de producir un efecto de rapidez en el poema. Así también, encontramos tenemos en el campo figurativo de la semejanza la metáfora cuando se señala: /me despedí con el cantar del gallo/, para hacer referencia a que el yo lírico se despidió al amanecer.

                     Asimismo, en este primer segmento tenemos la anáfora cuando se hace referencia a /el poyo/ en los versos 5 y 9, dando con esta repetición del término, la sensación de que el poyo del hogar es un lugar emblemático para el sujeto lírico. Asimismo, tenemos la metáfora en: /el poyo en que dejé que se amarille al sol/ mi adolorida infancia…/, donde se aprecia que amarillarse la infancia evoca a que envejezca en el recuerdo de una dolorosa nostalgia. Finalmente en el último verso se observa una metaforización de la interrogante: /¿Y este duelo que enmarca la portada?/, es decir, el sujeto lírico nos traduce que su ausencia del hogar ha sido percibida por sus familiares como si él hubiese muerto.
                              
                                  Por otro lado, el segundo segmento nos remite al campo figurativo de la semejanza cuando se utiliza la personificación, pues se está describiendo al caballo con una categoría humana cuando se señala que el corcel “duda”. Aquí el caballo cobra relevancia en el poema pues el sujeto lírico le traslada una presencia indispensable que busca ser un elemento de soporte, de compañía ante la llegada al hogar luego de una larga ausencia. Asimismo encontramos la metáfora en: /Dios en la paz foránea/ para referirse a que en el hogar no hay paz. Asimismo podemos encontrar la figura de la aliteración en el verso: /orejea a viva oreja/, donde el neologismo orejea, y la repetición del lexema [orej] busca verbalizar el sustantivo oreja a fin de enfatizar la sensación de atender la respuesta de algún familiar del hogar ante el llamado del yo lírico.
           
                                  En el tercer segmento, apreciamos el campo figurativo de la repetición, cuando se evidencia la figura retórica de la anáfora en el verso 23, donde se expresa: /espero, espero, el corazón/ un huevo en su momento, que se obstruye/, metáfora a su vez que indica la angustia que sufre el yo lírico por ausencia familiar ante su llegada. Asimismo, encontramos el epíteto “ilusiones sencillas, bullosas” (V. 19 y 20) que metaforiza la idea de una existencia simple llana en el entorno familiar, para finalmente, el yo lírico, criticar la actitud que tiene el hogar ante su ausencia, pues observa que su numerosa familia, ni una cera puso en el altar para que volviera, refugiándose en la figura del caballo a quien considera como el único ser que puede comprenderlo y acompañarlo.
           
                                  En el cuarto segmento encontramos la metáfora de: /Todos están durmiendo para siempre/ lo cual denota que para el sujeto lírico, más que una representación de la muerte familiar, la figura retórica encierra una señal de olvido ante el yo lírico en relación a su hogar, y en una segunda instancia, el plano existencial del sujeto poético nos traslada a un estado ontológico en que el sujeto lírico ya no es el mismo luego de la ausencia, es decir, es otro que no es reconocido por la familia. Aquí la figura del corcel cobra relevancia en su aspecto humano, creándose la figura de la personificación pues  en la sexta estrofa solloza conjuntamente con el sujeto poético ante la indiferencia y abandono familiar /llamo de nuevo y nada/, y finalmente, esta humanización se expresa cuando el caballo dice en el último verso: /que está bien, que todo está muy bien/.
                              
III.                  Interlocutores

                                  El autor real es César Vallejo. El autor implicado o autor textual en el presente poema se refiere también a César Vallejo, pues es sabido que Trilce tiene un fuerte componente biográfico, aunque el autor implicado no habla en el poema. El único que nos habla en el poema es el locutor personaje que en el texto se nos manifiesta como un yo poético en primera persona. Un poema normalmente tiende al monólogo como en el presente caso, entonces se configura otro tácito, es decir un alocutario no representado. Entre los interlocutores el lector implicado debe tener un conocimiento del texto y la poética vanguardista para poder entender el poema. El lector implicado nunca aparece en el texto.

IV:        Visión del mundo

                                  Es pertinente señalar que este poema lo escribió Vallejo estando en prisión (112 días). Cuando recuperó su libertad, el poeta lo recitó junto a unos amigos frente al mar. El poema tiene un hilo narrativo que relata una anécdota: el regreso al hogar luego de una larga ausencia. Básicamente, se quiere expresar que el abandono que se hace del hogar necesariamente crea un giro trascendental en el plano existencial del yo lírico. Esta otredad, esta nueva cosmovisión hace que el poeta se sienta diferente ante el calor familiar. Ya no es el mismo. Más bien se evoca una construcción nostálgica de la familia, una arquitectura mítica que duele en la infancia pero que ya no vuelve a ser lo que era. El caballo llega a representar en el poema la personificación de la naturaleza, con quien el poeta construye un mismo lenguaje, un rasgo de esperanza ante el olvido más doloroso, el olvido de la tradición anclada en el lenguaje materno, que empero es necesario quebrar para poder renacer y construir una propia identidad.

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